Silvestre Segarra Aragó

Silvestre Segarra Aragó, nació en La Vall d’Uixó en 1862 donde emprendió una exitosa carrera como fabricante de calzado. Comenzó reuniendo la producción local de alpargatas, creando el primer taller en 1882 cuando la empresa dio sus primeros pasos en la Plaza del Santo Ángel.  

A lo largo de los años fue mejorando tanto en la fabricación del producto como en la comercialización del mismo. Ya en 1919, aparece la primera fábrica de la familia Segarra que se instaló en la calle Cueva Santa, en pleno núcleo urbano, introduciendo nuevas tecnologías de calzado con piso de cuero y en el año 1932 se traslada a su situación definitiva en la carretera de Xilxes, donde se construyeron las nuevas instalaciones. Basó su exponencial crecimiento en la fabricación de calzado militar, pero también diversificó su producción elaborando todo aquello que necesitaba la empresa  para la producción del calzado en sus distintas fases.

En lo político, a principios del siglo XX fue teniente de alcalde de La Vall d’Uixó, y presidente de la comisión municipal de Hacienda. Como reconocimiento a su trayectoria mercantil, se le dio su nombre a una plaza.

Falleció en 1941, y Silvestre Segarra Bonig fue el encargado de asumir las riendas de la empresa junto a sus hermanos de la ya consolidada por aquel entonces Fabrica Segarra.

La Salida

Una vez finalizada la jornada laboral, los trabajadores se dirigían a sus respectivos domicilios y, para ello, tanto para la entrada cómo la salida la sirena comúnmente llamada como el PITO, era la encargada de avisar a los trabajadores mediante su característico sonido de que empezaba o finalizaba la jornada laboral.

En los años 50, la industria llegó a ocupar más de 4000 empleados y esto hacía que en muchas ocasiones antes los ríos de gente que se formaban en las inmediaciones de la industria los visitantes que llegaban a La Vall d´Uixó, fueran a ver cómo salían los empleados de la Fábrica.

El barrio La Colonia Segarra

La Colonia Segarra se trata de colonia obrera formada por un conjunto de instalaciones ligadas a la Fábrica. Consta de 100 casas, divididas en 3 tipologías según el número de habitaciones. Se encuentra, alejada del núcleo principal de población, aunque con el tiempo, y gracias a  la expansión de La Vall d´Uixó, esta distancia se ha reducido. En origen la propiedad pertenecía, en su totalidad, a los titulares de la empresa. Junto a las viviendas otros edificios cómo la iglesia, escuelas, economato, parque y otros espacios comunes, permitían que los obreros pudieran vivir dignamente cerca de su lugar de trabajo.

A día de hoy sigue habitada por antiguos trabajadores de la fábrica, ya que en los años 80, por un precio simbólico, tras muchos años pagando un alquiler, se otorgó la titularidad de las viviendas a los antiguos trabajadores que vivían en esas casas y que actualmente siguen haciéndolo manteniendo la fisonomía de lo que fue en origen esta colonia de trabajadores que se construyó específicamente para ellos.

La colonia junto a la ampliación de la fábrica y otros edificios auxiliares cómo la Clínica y Vivienda de los médicos fueron inaugurados de forma oficial en el año 1945.

Oficinas

Terminada la Guerra Civil y al mismo tiempo que se reconstruyen las naves que quedaron dañadas entre la carretera de Algar y la de Xilxes, se levantan las oficinas precedidas por un patio central en donde los trabajadores se reunían en fechas señaladas.

Las oficinas que llegaron a contar con más de 200 trabajadores, se distribuían en un edificio de dos plantas en el cual la primera estaba destinada a almacén de producto acabado y la segunda destinada a las propias oficinas. Las paredes exteriores estaban ocupadas por grandes ventanales que aportaban gran cantidad de luz natural al mismo tiempo, que permitían el control de toda la extensión de la Fábrica. También en las propias oficinas se encontraban otras dependencias como el locutorio o centralita telefónica (con 19 aparatos telefónicos para comunicarse con las distintas secciones de la fábrica), despachos, oficinas, dirección, sala de visitas, caja y archivo. El edificio, se remataba por una cornisa sustentada por pilares de hierro y para el acceso a las mismas se hacía a través de una gran escalera exterior que daba a las dos principales vías de acceso a la Fábrica en donde también se encontraban las grandes puertas de acceso. En  cada una  de  las  portadas  era  bien visible el emblema de la empresa flanqueado por sendas pilastras y rematado por un  perfil  mixtilíneo  historicista  que  daba  cierto  carácter  de  monumentalidad  al conjunto.

Los comedores

Los comedores de la Fábrica Segarra se crean a partir del año 1942 para incentivar que los trabajadores que se desplazaban desde otros municipios cercanos a la Vall para trabajar en la empresa, tuvieran un lugar en el que pudieran comer y descansar y así evitar desplazamientos. Para ello, se aprovecharon las instalaciones del economato. Durante su primera etapa, hombres y mujeres comían en salones distintos.

Llegó a tener una capacidad de más de 2500 personas. 

En los propios comedores se ofrecía menú diario a bajo precio y también quien lo deseaba, se podía calentar la comida que traía de casa en las grandes cocinas económicas una vez eran servidos los comensales.

La Clínica Segarra

La Clínica Segarra aunque forma oficial se inauguró el 11 de noviembre de 1945, ya funcionaba a medio gas durante los años 40, e incluso en tiempos de la 2ª República, aunque esta primigenia clínica sucumbió bajo los bombardeos durante la Guerra Civil.

Fue en 1944 cuando se estableció el Seguro Obligatorio de Enfermedad y cuando ya funcionaban la consulta de radiología y radioterapia, también los servicios de otorrinolaringología y cirugía. Ese mismo año en la clínica se realizaron una docena de intervenciones quirúrgicas, y en el plazo de dos años se completaría el cuadro definitivo de médicos y especialidades, siendo éste el único centro hospitalario que había en ese momento entre Valencia y Castellón.

Su principal objetivo fue el de poder ofrecer servicios y prestaciones médicas gratuitas a los trabajadores de la empresa y sus familias. De este modo, se lograba que la mano de obra de la empresa siempre estuviera en las mejores condiciones y, por tanto, la productividad de los mismos fuera mejor.

En cuanto a instalaciones y servicios que ofrecía la Clínica, disponía de 22 habitaciones con cuarto de baño, comedor, cocinas y capilla junto al patio central y exterior del edificio principal en dónde jardines, fuentes y árboles frutales predominaban para ofrecer una estancia agradable a sus pacientes.

Los laboratorios

Uno de los principales departamentos que tuvo la empresa, fue su Laboratorio, que ubicado en la zona de curtidos de la antigua Fábrica Segarra,  a partir de 1943 se encargó de analizar e investigar los distintos materiales y procesos empleados en la fabricación del calzado.

El laboratorio estaba conformado por varios departamentos entre los que cabía destacar  la chimenea, llamada oficialmente vitrina, en dónde se realizaban todas las operaciones que utilizaban materiales y líquidos tóxicos o procesos en los que se desprendían gases nocivos. En una sala aledaña, se encontraban los aparatos de precisión y medición cómo microscopios, balanzas, etc.

En el centro del laboratorio, flanqueada por grandes ventanales para dotar al espacio de luminosidad y ventilación se encontraba el espacio principal en el cual los químicos mediante dos grandes mesas hacían sus pruebas. Dos grandes vitrinas una para reactivos y otra para utensilios conformaban el espacio.  

Este espacio, también era utilizado por los alumnos de la Escuela de Aprendices para realizar sus prácticas y complementar su formación.

El deporte con Segarra

En los años 30 La Fábrica Segarra ya era el complejo industrial de calzado más grande de España. En los años 40 y ante las sucesivas expansiones y modernización de la factoría se empieza a levantar todo el complejo de ocio para sus trabajadores llegando a ser un referente a nivel social, cultural, tecnológico y deportivo.

El campo de fútbol que fue inaugurado 1944 junto a la piscina olímpica y el frontón fueron el estandarte de todo el entramado de ocio que se fue generando alrededor de la empresa.

Llegaron a disponer de equipo de fútbol propio; rondalla; dos coros; equipo femenino de hockey; también se practicaban otros deportes cómo tenis, baloncesto, atletismo, natación y pelota valenciana. 

Más tarde también se estableció el “coto escolar” en el cual, los niños elegidos pasaban una temporada recibiendo instrucción física, académica, enfocada hacia la empresa y coordinada con la escuela de aprendices. 

También llegaron a disponer de biblioteca propia que abrió sus instalaciones en 1943 para complementar la formación e instrucción de los trabajadores y para su ocio y disfrute.

Escuela de Aprendices

La escuela de aprendices nace una vez acabada la Guerra Civil para la especialización de su mano de obra, en gran parte, procedente de los hijos de los propios trabajadores y así disponer de una mano de obra más especializada en ciertas categorías y por ende más eficiente.

El contexto económico, político y social de la época una vez terminada la contienda, hacía necesaria la especialización de una mano de obra escasa y poco formada en trabajos industriales debido a que gran parte de la mano de obra del municipio estaba concentrada en la agricultura.

La escuela, empezó a funcionar a principios de los años 40 en un local de la propia empresa ubicada en la plaza Silvestre Segarra Aragó (fundador de la empresa) con alumnos comprendidos entre 14 y 17 años. Tiempo después el ratio de edad se estableció a los 11 y, por tanto, la formación académica quedó reglada en una especie de formación profesional que comprendía básicamente dos ciclos uno teórico de 3 años de duración y otro ciclo práctico de misma duración orientado a la formación de los futuros trabajadores.  

Tanto las actividades extraescolares cómo la edición de la revista de la escuela de aprendices fueron también los pilares fundamentales de esta educación.

Nuestras Tiendas

A partir del año 1931 y con la necesidad de diversificar su producción e incrementar la demanda de calzado civil (ya que hasta ese momento gran parte de la producción se destinaba al mercado militar), Silvestre Segarra Aragó, crea una red de 500 tiendas que vendían casi en exclusiva para Segarra, además de abrir 90 tiendas propias repartidas por las principales capitales del País.

Uno de los principales reclamos que utilizaron de forma recurrente en sus carteles publicitarios fue el no disponer de intermediarios que encarecieran el producto final y, que, por tanto, el calzado que se vendía en su propia red de tiendas, venía directamente de fábrica a unos precios muy competitivos en muchos casos sin posibilidad de competencia para otras marcas debido al gran volumen de producción que realizaban.

Barcelona, Madrid, Valencia, Lérida, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Bilbao, Vigo, Coruña, Oviedo, Córdoba, Santander, Castellón, Granada, Murcia, Gijón, Las Palmas, Tenerife y La Vall d´Uixó fueron algunas de las principales ciudades españolas en dónde se establecieron los principales locales de la empresa.

Publicidad

La publicidad es una forma de comunicación visual, escrita o auditiva la principal función de la cual es informar y persuadir al consumidor sobre un producto dentro del mercado de consumo, mejorar la imagen de una marca o reposicionar un producto o marca en la mente de un consumidor.

Uno de los soportes de publicidad más utilizados a principios del pasado siglo, para el fin que anteriormente hemos descrito, es la cartelería.

Un cartel a su vez, es un soporte de la publicidad normalmente de papel o cartón que se imprime con algún mensaje visual que sirve de anuncio para difundir una información, un evento o un bien económico.

En los años 30 y 40 era habitual encontrar anuncios de alimentos, bebidas espirituosas, productos para el campo y productos de exportación.

En el caso concreto de Segarra, ayudaron sobre todo en los años 30 a dar a conocer la apertura de los establecimientos de la Empresa y la filosofía de la misma, incidiendo siempre en la venta directa de la Fábrica al consumidor sin pasar por intermediarios que encarecieran el producto final y, que, por tanto, aunque fuera un calzado de calidad, era asequible para todos los estamentos de la sociedad.

Algunos de sus principales mensajes fueron:

– Cuestan menos, duran más.

– De la Fábrica, a tus pies.

– Señoras! Vuestro calzado. Ya no es solo para hombres!

-Del fabricante al consumidor.

-Nuevo manantial de economía, modelos para todos los gustos.

-Toda persona elegante, práctica y bien administrada, usa Calzados Segarra.

-La mayor producción de España.

-Segarra, resisten!

La Cesta de Navidad

La cesta de navidad es una tradición ampliamente arraigada en España que consiste en regalar productos típicos de Navidad cómo dulces navideños, bebidas y embutidos. Generalmente, se reparte a los trabajadores junto con el aguinaldo y se instauró por parte de las empresas privadas a mediados del siglo XX, ya que hasta entonces se reducía a algunos departamentos del servicio público.

En el caso concreto de Calzados Segarra, esta tradición se remonta a principios de los años 40 en el que los productores recibían la “bossa de Nadal” junto a su paga extraordinaria. La misma iba repleta de productos que, en gran parte de los casos, eran producidos en las propias granjas y tierras de la Empresa en la que trabajaban los empleados de la sección agrícola y ganadera de la Fábrica. Incluso el propio papel que se utilizaba para su elaboración, se obtenía de los propios desperdicios de la paja del arroz de la que se separaba la celulosa de la lignina, obteniéndose una pasta con la que se fabricaba cartón y otros derivados para los embalajes.

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