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A medida que transcurren los días, cada uno de nosotros va dejando de lado su mochila personal, sus preocupaciones, sus cargas y su día a día, consiguiendo abstraerse de todo para dejarse llevar y simplemente disfrutar del paisaje, de las personas que te vas encontrando, de las conversaciones e incluso del silencio.
Después de caminar juntos durante tres días y a falta de dos para finalizar esta aventura, empezamos a experimentar y a entender qué significa y qué tiene de mágico el Camino de Santiago. Nos hemos convertido en un verdadero equipo, los tres estamos compartiendo la pasión por la ruta.
La dura etapa tres, no sin mis Segarra
Hoy toca la tercera etapa, Palas de Rei – Arzúa. Hoy hemos notado notado todo el esfuerzo realizado los días anteriores y las piernas empiezan a estar cargadas. Hemos comenzado la etapa de hoy con cierto retraso del horario previsto, que era media hora anterior a la jornada precedente, y con los temores infundidos por los peregrinos y los foros dedicados al camino sobre la etapa de hoy denominada «rompepiernas«.
La afluencia de peregrinos empieza a ser menor que otros días, bien por iniciar el camino antes que nosotros en previsión de coronar los 28 km que nos separaban de Arzúa, bien por partir la etapa en dos y quedarse en la población del pulpo por excelencia, Melide, e iniciarlo más tarde. (Que no es mala opción)
La ilusión por bandera
Iniciamos el camino desde el albergue tras haber degustado un generoso desayuno que nos debía dar fuerzas para alcanzar como mínimo la mitad de la etapa en la población mencionada anteriormente a 14km.
El inicio fue sencillo, llaneando, con ligera tendencia a descender, por las arboledas que rodeaban el camino al salir de Palas de Rei, lo cual dada la facilidad del paso animó a nuestro perro a ejercitarse con vigor. Otros por el contrario, conscientes del trayecto que nos esperaba, decidimos tomárnoslo con la filosofía que requiere el camino: «Lo importante es llegar«.
Experiencias del peregrino
La primera hora de camino transcurre con una alternancia de asfalto y tierra que vienen a castigar las ya de por sí fatigadas piernas de las etapas anteriores. Por suerte llevamos el modelo 3422 Warrior Trekking de Calzados Segarra. Un modelo que por sus propiedades vienen equipadas con la última tecnología de Calzados Segarra, Vibram y Outlast se adapta perfectamente a este tipo de terrenos. Es después del primer albergue que encontramos en la etapa, donde el camino de tierra ayuda a relajar y descansar las piernas ayudándonos a avanzar más cómodamente. Tras dos horas aproximadamente de andadura decidimos hacer nuestra primera parada y poner el sello correspondiente.
Poco más adelante nos encontramos con la Parroquia de Sta. María do Leboreiro y seguidamente, con Melide ya a la vista, la Parroquia de Furelos donde llama la atención del Cristo descolgado de su mano derecha.
Tras una larga entrada en el pueblo de Melide y con el sol queriendo aparecer tras la bruma matinal, tomamos cobijo en Casa Alongos, donde degustamos ricas tostas de pulpo y en algún caso una hamburguesa de tan rico cefalópodo.
Tras un largo descanso nos iniciamos en el segundo tramo de la etapa. La parte fácil había acabado y era mediodía cuando comenzábamos llenos de energía la segunda parte de la «rompepiernas«. Ahora llegaba el reto.
Pasito a pasito
Y así fue. Tal y como la describían, con subidas prolongadas de gran desnivel y bajadas que, aunque menos pronunciadas, iban cargando las piernas de los peregrinos. Un constante sube y baja que no daba tregua a los cada vez más fatigados caminantes. Cruzando por el camino la carretera nacional, daba la oportunidad de abandonar y continuar en bus, pero a pesar del cansancio, la fatiga, el calor que iba apareciendo y la distancia pendiente de recorrer (8,3km) los peregrinos y su perro ( por cierto muy cansado) decidieron continuar ganando la batalla con amor propio.
A media tarde entramos en Arzúa con el humor que nos ha caracterizado a lo largo del sufrido recorrido.
Seguimos acumulando kilómetros y experiencias, sin ningún lugar a duda una de las experiencias de nuestras vidas.